Cuando se lleva a cabo una demolición o construcción de una obra, siempre se generan residuos peligrosos, con los cuales, y para evitar cualquier riesgo, se deberán realizar una serie de operaciones. Se consideran materiales peligrosos todos aquéllos que conllevan una serie de características que pueden ser perjudiciales para el medio ambiente o para la salud del ser humano.

Entre estos materiales se encuentran aceites, lubricantes, combustibles, anticongelantes, aerosoles, espumantes, pilas, baterías, tubos fluorescentes, trapos y brochas impregnados de materiales peligrosos, cubiertas, pavimentos, falsos techos y materiales de aislamiento que contienen fibras de amianto, maderas que hayan sido tratadas con productos tóxicos, decapantes, disolventes, alquitrán, adhesivos, pinturas,  barnices, silicona y productos de sellado.

 

Estos materiales se podrían clasificar en familias, en cuyo caso serían las siguientes:

  • Asimilables a urbanos
  • Biológicos/Sanitarios
  • Químicos
  • Radiactivos

 

Si durante la demolición o construcción se extrae alguno de los materiales antes mencionados, deberán ser llevadas a cabo, una vez recogidos, diversas operaciones:

 

– Transportarlos a las plantas de reciclado para su clasificación y separación. Durante dicha separación de residuos se prestará especial atención a los materiales con un alto grado de peligrosidad.

– Se envasarán y etiquetarán en recipientes especiales en la forma en que la reglamentación vigente determine.

– Se deberá llevar un control exhaustivo, poniendo la fecha de envasado y el destino al que se envíe, llevando un registro del mismo.

En ningún caso se pueden abandonar, verter o realizar una eliminación de los residuos sin ningún tipo de control.