Según el estudio elaborado por G-Advisory sobre los impactos socioeconómicos y ambientales de la recuperación energética de los residuos urbanos en España y Andorra, y tras la conmemoración del Día Internacional del Reciclaje, el pasado martes 17 de mayo, se ha certificado que los índices de reciclaje más elevados se producen en aquellos países en los que la valorización energética de los residuos está plenamente asentada.

Este documento, el cual muestra las oportunidades ambientales, económicas y sociales que supone la valorización energética para España, destaca que tanto para reducir la dependencia energética exterior de nuestro país, como su alto coste económico, la promoción de la valorización energética es una gran medida.

Además, desde el punto de vista socioeconómico, hay que destacar  que gracias a este sistema se generan más de 1.000 puestos de trabajo y unos ingresos anuales superiores a 270 millones de euros, además de un valor añadido bruto de 90 millones.

De esta forma, se llega a la conclusión de que reciclaje y valorización energética son procesos totalmente complementarios, desmitificando así muchas de las afirmaciones erróneas vertidas por determinados grupos que señalaban el antagonismo de estos procesos, generando así gran confusión y desconfianza en la ciudadanía.

La situación en España es muy negativa, dispone sólo de 10 plantas de valorización energética, a las que habría que añadir la de Andorra, mientras que en Europa operan casi 500, alcanzando las 2.000 a nivel mundial. Países como Dinamarca, Suecia, Bélgica y Alemania tienen unas tasas de valorización energética situadas entre el 54 y el 35%, y unos niveles de vertido que no superan el 1%. Mientras que en España la cuota de valorización energética se sitúa en niveles superiores al 11% superando el 50% en niveles de vertido.

Resulta necesario considerar la valorización energética como un eslabón más de la cadena de reciclaje, así como establecer medidas más contundentes con el objetivo de alcanzar el vertido cero, ya que nuestro país cuenta con unos índices de valorización energética claramente insuficientes