Podemos definir la demolición controlada como el derrumbe de una construcción de forma segura y sin riesgos para las demás estructuras de su alrededor ni para las personas.

El edificio más alto que se ha derrumbado de manera controlada en el mundo fue el de Singer Building, que tenía 47 plantas y que estaba situado en la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos. Dicho edificio fue construido en el año 1908 y se procedió a su derrumbe en el año 1967. En su lugar se construyó el One Liberty Plaza.

Este tipo de derrumbes han venido a sustituir a otros procesos que se realizaban anteriormente, los cuales duraban mucho más tiempo.

Esta “voladura” de edificios que ya no son seguros, se realiza por regla general por mediación de explosivos, los cuales han sido ubicados en lugares estratégicos con el fin de llevar a cabo un derrumbe totalmente preciso, sin causar daños a los demás edificios.

Una vez colocados los explosivos se procede a su detonación, creándose una “implosión”, es decir, haciendo que la onda expansiva se mueva hacia dentro, quedando de esta manera todos los escombros en el interior del edificio.

Las demoliciones controladas no sólo se producen en edificios, sino que se pueden realizar también sobre otras construcciones o estructuras, tales como los puentes, torres, chimeneas o túneles, por ejemplo.

Para realizar una demolición controlada, se suelen utilizar diversos tipos de explosivos, sobre todo nitroglicerina o dinamita. Estos explosivos se suelen colocar en los soportes formados por el hormigón armado de la estructura o construcción. También se suelen ubicar en las estructuras formadas por acero, donde se colocan diversas cargas de explosivos, de forma literal.

Las detonaciones se suelen realizar con un pequeño lapso de tiempo entre sí, comenzando por los pisos inferiores en los edificios, e iniciando de esta forma una demolición controlada.

La preparación y ubicación de las cargas tiene, en los diferentes casos, una sustancial diferencia  de tiempo en su preparación, pudiendo ser desde un día en una chimenea hasta seis meses en el caso de que se trate de un gran edificio.