Los desechos sólidos tóxicos son un tipo desechos que pueden provocar efectos nocivos no solo sobre el medio ambiente, sino también en el ser humano y en los animales.

Este tipo de desechos se caracterizan porque tardan mucho tiempo en desaparecer, es decir, son biodegradables pero en un largo periodo de tiempo, por lo que ayuda a que las bacterias multipliquen su crecimiento provocando consecuencias devastadoras.

En la actualidad podemos diferenciar numerosos desechos sólidos tóxicos como es el caso de las dioxinas, las cuales se caracterizan por ser las más dañinas y peligrosas con respecto al ser humano y al medio ambiente. Las más comunes son las que se encuentran en el PVC o en los pesticidas DDT.

Los fenoles son otro tipo de desechos sólidos tóxicos cuyas consecuencias suelen ser la irritación ocular y/o cutánea.

Por otra parte hemos de señalar los fluoruros, los fósforos e hidrocarburos, así como el mercurio y el plomo.

Resulta conveniente señalar que el la utilización del mercurio está totalmente prohibida, ya que se caracteriza porque no puede ser expulsado del organismo en caso de ingesta.

La principal consecuencia de este tipo de desechos es el vertido que de ellos se hacen a los mares, ríos y océanos, los cuales pueden ser absorbidos por las especies marinas que a su vez llegan a los humanos para su ingesta y la posterior reacción en el organismo.

En definitiva, si este tipo de desechos sólidos tóxicos llega a la cadena alimenticia, las consecuencias no solo para el entorno animal y vegetal, sino también para el ser humano, pueden ser muy graves.